martes, 20 de julio de 2010

Haiho, haiho... un enano necesita ayuda.

Por si no lo dije antes, Folda estaba oscura, como la boca de un lobo. Tenía que usar de vez en cuando pociones de mana para agilizar mi entrenamiento y, para poder ver, necesitaba usar "utevo lux". Esto me resultaba especialmente molesto, pues tenía que gastar maná cada vez que quería usarlo. Además, "utevo gran lux" no resultaba rentable en maná. Volví a Carlin, al lado del depot había una biblioteca. Estuve buscando formas de tener luz ilimitada... pero no encontré nada, excepto un libro que hablaba de algo que no conseguí descifrar:
"Le das a options -> graphics -> advanced -> set ambient light:100%"

Hablé con Decius sobre el tema.

-Decius, ¿No te cansas de tener que usar tu magia para iluminar tan a menudo?
-La verdad, a mi no me molesta, me sobra el mana, pues no lo necesito para atacar. No obstante, continúa, te escucho.
-Pues... la verdad, esperaba que a ti se te ocurriera algo sobre tener luz ilimitada...
-Oye, cuando venía hacia aquí, pase cerca de una mina de enanos. No entré, pero desde fuera vi a un enano que llevaba un casco con luz. El casco tenía pinta de ser muy antiguo. Tal vez te interese ir.
- ¿Y a ti no?
-Como ya te he dicho, no necesito maná... aunque ahora que lo pienso, me vendría bien tener maná listo para "exuras" por si ocurriera alguna urgencia.
-Bien, entonces... ¿Cuál es el plan? ¿Matamos al enano?
-De momento, vamos hacia allí...

Tuve que esperar a que Decius terminará su entrenamiento con unos minotauros, pero cuando llegó a Carlin, nos preparamos y partimos hacia esas minas. El camino no fue demasiado largo. Cuando llegamos a la mina del enano que debía tener el casco, no vimos a nadie desde el exterior. Entramos y vimos una pequeña sala. Allí había un enano, pero no tenía el casco...

-¿No tenías tu antes un casco viejo y que iluminaba, enano? -Dijo Decius.
-Haiho, haiho... (a caasa a descansar). Si, lo tenía. Pero unos minotauros han atacado la mina, y me lo han robado. Tal vez podríais recuperarlo...
-¡Eso ni en...
-De acuerdo. -Decius me interrumpió.
-Bien -dijo el enano, el casco está al este de aquí, en su cuartel general.

Salimos de la cueva, y Decius me explicó que su plan sería quedarse con el casco. Me pareció buena idea. Fuimos al oeste, allí Decius abrió un agujero con su pala. Seguimos las indicaciones del enano y llegamos a un cuartel de minotauros, pero un aventurero más experimentado había acabado ya con ellos. Subimos unas escaleras y encontramos dos cascos en un cofre... pero no tenían luz, ni eran viejos, eran de acero. Me lo quedé de todos modos. Seguimos buscando un poco, y dimos con otro cofre. Lo curioso es que también tenía dos cascos de minero...
Decius y yo nos disponíamos a volver a Carlin, pero cuando pasamos cerca de la mina, el enano nos vio desde dentro.

-¡Eh, habéis recuperado mi casco, y el de repuesto!
-Eh... sí... -Respondí.
-Bueno, ¿Sabéis qué? Esos cascos ya están viejos. Además, mientras los buscabais he encargado uno nuevo. Podéis quedaroslos. Su magia impide que la vela se apague, es muy útil.

Agradecidos, Decius y yo volvimos con los cascos... y esta es la historia de por qué ya no tendré que volver a usar UTEVO LUX nunca más...

Esta semana he descubierto dos cosas: Que los enanos son fáciles de engañar, y que el mana hay que reservarlo todo lo que puedas, pues en situaciones críticas te salva la vida.

domingo, 18 de julio de 2010

Las tierras heladas de Folda

Tras darme cuenta de que en el ancient temple había muchos Rotworms, y tras morir por un dragón al que intentaba matar con Decius (una laarga historia... en resumen: explosion, explosion, recta), le comenté a Decius la idea de mudarnos a Carlin, Le dije que allí podríamos luchar contra los conocido enanos en sus minas, y había mocos de los que se clonaban con los que podría aumentar su habilidad. Sin embargo, no estaba convencido. No paraba de darme una y otra vez alguna excusa para quedarse en Thais. Pasó un tiempo... estaba cansado y me dirigía a Thais a dormir un rato. Entonces, Decius me habló por telepatía:

-Vale, está bien, vayamos a Carlin.
-¿A qué biene ese cambio de actitud?
-Veras, he leído en un manual de caballeros que en Carlin existe una embarcación que, por un mínimo precio, puede llevarte a una isla helada. Allí hay minotauros que, por lo leído, son la criatura perfecta con la que subir mi habilidad con el hacha.

Me comentó la idea de irme con él en ese momento, pero estaba cansado, así que primero dormiría un rato y luego, me mudaría a Carlin.

Tras descansar, empaqueté todas mis cosas, y me las envié por correo a mi mismo, pero a Carlin. Salí de Thais con las ganas de descubrir nuevos lugares. Fue una larga caminata, tengo que admitirlo... pasé por el puente de los enanos, crucé la montaña de Kazordoon y tuve que dar un rodeo a la famosa montaña de los goblins, en la cual acostumbraban a entrenar los paladines. Decius me comunicó que antes de salir estaría bien llevar unos paquetes sin sellar, pues había encontrado un buzón para enviar el botín que fueramos consiguiendo. Compré un paquete para cada uno. Cuando llegué a Carlin, descubrí que la guardia solo estaba compuesta de mujeres, y que no había un rey, sino una reina. Fui a presentarle mis respetos y a comunicarle que deseaba hacerme ciudadano de Carlin. Así, fuí a aprovisionarme, y a continuación me dirigí hacia la embarcación. Lo primero que encontré al llegar a la costa, fue un gran navío. Según las indicaciones de Decius, mi embarcación estaba hacia el norte, así que ignoré el barco y seguí al norte... pero lo único que encontré fue una balsa hecha a base de unos pocos troncos atados con una cuerda...
El dueño de la balsa aceptó llevarme a Folda acambio de tan solo 20 monedas de oro. Monté con él. El viaje fue muy agitado, pues la balsa no paraba de moverse cada vez que pasaba una ola. En una ocasión, caí al mar, pero por suerte pude alcanzar la balsa. Finalmente, llegué a la isla. Afortunadamente llevaba una armadura pesada, por lo que no pasé demasiado frío. Bajé por una escaleras que encontré en el interior de una montaña. Lo primero que encontré al bajar fue una horda de trolls de hielo. Localicé a Decius y le entregué su paquete. Explorando la cueva no encontraba más que estupidos trolls... Este sitio no era suficiente para mí. Pero cuando me disponía a abandonarla, encontré unas escaleras que llevaban a un nivel inferior. Allí, explorando, encontré toda clases de enemigos: Rotworms, slimes(mocos), trolls de hielo e incluso bichos y ratas. Tuve que exlorar mucho la zona. Descubrí una sala llena de minotauros, y un minotauro arquero. Unos días después de acostumbrarme al frío y al lugar, ideé una ruta perfecta para entrenarme... Creo que, con el sistema de correo, pasaría mucho tiempo allí.

PD: Una vez volví a Carlin a comprar dos nuevos hechizos: Exevo vis lux, que lanzaba un rayo de enrgía, y Utevo res ina "Enemigo", que creaba una ilusión que me hacía parecer el enemigo que quisiera, sin ningún efecto adicional. Una vez me transformé en hydra y le di un buen susto a Decius... ¡Jejejeje!

jueves, 15 de julio de 2010

¡De aventuras! Segunda parte: Las tumbas del desierto

La anterior mision había sido un fracaso, y la verdad, la vara me aburría más de lo que pensaba. Además, quería dinero para poder comprar pociones y no tener que esperar tanto tiempo cuando cazara. Investigué en una antigua biblioteca a la que solo podían acceder hechiceros. Entonces, encontré algo bueno... Hace mucho tiempo, unos ancianos elfos que habían hecho riqueza murieron. Entonces, bajo su ciudad, los elfos los enterraron justo a todas sus posesiones. Con el tiempo, la ciudad desapareció y la arena habitó el lugar. Para evitar que nadie saqueará las tumbas, los elfos pusieron una cueva laberíntica y un enigma para los que llegarán hasta el final... "Guerreros, escuchad la llamada de vuestra vocación y respetad sus bienes por encima de vosotros... solo así se accionará la palanca y tendréis el derecho de llevaros las riquezas que antaño fueron guardadas aquí, bajo el desierto de Jafkanda." Muriel el mago me vio leyendolo. Me dijo que el último equipo que fue pudo llegar hasta la sala final, pero tuvieron que rendirse, pues no supieron que debían hacer a continuación. Seguí leyendo el libro, y encontré un mapa del laberinto marcado por los anteriores aventureros que fracasaron... Entonces pensé en el enigma. Cuatro pedestales y una pequeña columna donde se podían colocar objetos. Además viendo una imagen dibujada de la sala, creí comprender... sí, podía ser...

-¡Eh, tu, Decius!
-¿Que quieres, hechicero?
-Quiero proponerte un trabajo sin riesgos. En el desierto hay unas tumbas, y por lo que encontre el otro dia en la biblioteca, si un druida como Lucadura, un mago como yo, un guerrero como tu, y algun paladin al que encontremos por ahi, simboliza de alguna manera su compromiso con su forma de luchar, seran recompensados con enormes cantidades de dinero y antiguos tesoros.
-La ultima vez que me ofreciste algo asi termine muerto.
-Si pero...pero esta vez es distinto. Claro, eso, es distinto. No hay complicaciones, no hay problemas, no hay quien nos pueda hacer daño.
-Bien...¿Donde dices que esta ese lugar?

Lucadura era el nuevo nombre de Heedingthecall, pues se lo cambió de forma legal para pasar desaparecibido sus crímenes de Boter.
Además, Lucadura encontró a un paladín que nos quiso acompañar. Caminamos durante largas horas hasta el desierto. Al llegar, nos atacaron varios leones, pero los derrotamos sin ningún problema. El desierto era caluroso... Llegamos a una misteriosa torre medio derruida con una llama, un pequeño campo eléctrico y una nube de veneno que rodeaban unas rocas. Afortunadamente, Lucadura trajo una pala con la que abrirlo.
La cueva era exactamente tal y como decía el mapa, por lo que me fue muy fácil conducirlos a todos. El paladín se perdio durante un rato (era un inútil), pero Lucadura lo buscó y volvió con él. Al fin, sin tener que luchar, llegamos a aquella sala. Cada uno se colocó en el pedestal que, como se veía claro, debia colocarse. Yo entre dos rayos, Decius entre dos estatuas de caballeros, Lucadura entre dos flores y el paladín entre dos grandes rocas coloridas (no me preguntéis por qué). Cada uno debía dejar un objeto personal. Dejé mi libro de hechizos, algo importante para un hechicero. Lucadura dejó una manzana, símbolo de la naturaleza. El paladín dejo una ballesta, y Decius procedió a dejar su espada cuando... al dejarla, otro caballero apareció de la nada y se la robó. Sin ella, no podríamos terminar la misión. Intentamos persuadirle de que nos la devolviera, pero al final, Decius tuvo que volver hasta Thais. Afortunadamente recordaba un atajo que vi para salir en el mapa, un pequeño vórtice o teletransportador que te llevaba hasta la salida. Llevó mucho tiempo, pero al fin volvió Decius. Mientras tanto, el paladín se cansó de esperar, pero casualmente reclutamos a uno nuevo, Ohm. Volvimos hasta la sala de nuevo. Ya no estaba el caballero ladrón, así que cada uno dejo sus objetos de nuevo en su sitio, y nos colocamos en el orden correcto. El paladín debía pulsar la palanca, pero debido a unos pequeños problemillas (para mas información htttp://tibiatalesk.blogspot.com, entrada "El saqueo) tuvimos que olvidarnos de todo... entonces apareció de nuevo el anterior paladín. Dejó su ballesta y hechó a un lado a Ohm. Apretó la palanca y se abrieron unas trampillas por las que caímos a una sala con dos tumbas... Decius abrió una de ellas y encontró 400 monedas de platino, las cuales repartimos a 100 para cada uno. Yo abrí la otra. Encontré toda clase de objetos mágicos, que también repartimos. Subimos por unas escaleras y nos encontramos fuera del desierto... cada uno volvió por su cuenta.

EXTRA: EL DRAGÓN
Mmmm... estuve preguntándome que podría hacer ahora. Y recordé que, en la biblioteca, había leído sobre unos seres llamados Dragones que habitaban en las salas profundas y más calurosas de las cuevas. Recordé una sala así en el Ancient Temple. Me preparé y fui a comprar pociones con el dinero ganado por la aventura de las tumbas. Entonces pasó Decius por delante de la tienda.

-¿Qué haces, mago?

Se me ocurrió que Decius podría ser útil...

-Escucha, tengo un trabajo para tí.
-Te escucho...
-¿Has oído hablar de los dragones? Son unos lagartos alados que escupen fuego. Además, son enormes.
-¿A dónde quieres ir a parar?
-Tal vez te interese venir conmigo a por uno. Juntos, estoy seguro de que podemos con él. Además, si dejara caer un escudo o una pieza de protección nueva, podrías quedartela. Y si por el contrario dejará caer algo que me conveniera a mí, me la quedaría yo. ¿Trato hecho?
- ... De acuerdo. Así probaré mis nuevas grebas.

Le conduje hasta la sala. Sin embargo, ya había allí una hechicera y un caballero que mataban dragones como entrenamiento. Les pedimos amablemente un dragón, a lo que accedieron sin problemas. Bajamos las escaleras a la sala, y el enorme dragón apareció. Le lanzó un mordisco a Decius, pero este lo bloqueó con su escudo. Mientras Decius bloqueaba todos los golpes que recibía del dragón, yo lanzaba magia con mi vara y mi aresenal de runas. Finalmente, acabamos con él. No duró demasiado, pero no dejó un buen botín, solo 50 monedas de oro. Le ofrecí el oro a Decius, ya que había hecho un buen trabajo aguantando y había gastado pociones. Tras esto, nos tuvimos que retirar, ya que las personas que estaban antes que nosotros no nos iban a permitir quedarnos con todos los dragones.


Podría decir que han sido unos días movido... pero vaya, 100 platinos. Ojalá todos los días sean tan emocionantes como estos. ¿Cuántos tesoros quedarán por descubrir en el mundo de Tibia? ¡Será mejor darse prisa y ser el primero en dar con ellos!

¡De aventuras! Primera parte: En busca de LA LLAVE

Tras terminar con mi entrenamiento habitual, el oro empezaba a llenar mi mochila, por lo que fue al Depot a descargarlo. Me disponía a volver, pero... esto empezaba a ser demasiado abrruido, siempre matando Rotworms, Cíclopes (ya habitualmente) y Carrion Worms. Empezé a runear un poco en la granja cercana al Depot... de pronto, alguien se comunicó conmigo telepáticamente.

-Me han dicho que quieres emociones, ¿Verdad?
-¿Quién eres tú?
-Veras, se como puedes sentirte vivo, o incluso muerto.
-Suena bien, continúa.
-Existe una sala con unos cíclopes, creo recordar que eran dos, donde encontrarás una llave. Esa llave podrá abrir una puerta que te conducirá a un tesoro más adelante...
-Interesante...

Apunté todas las indicaciones y me preparé un poco antes de partir. Sin embargo, algo en ese tipo me hacía dudar de la sencillez del trabajo. Hablé con Decius. Al principio parecía poco convencido, pero conseguí llevarlo conmigo. Siguiendo las indicaciones, pasamos por una sala llena de gas venenoso, una llena de agujeros del cual solo uno era real, y un pequeño ejército de Minotauros del General Fox de Mintwallin. Al fin encontramos la sala de LA LLAVE. Según el hombre que me había hablado antes, sol tenía que pulsar una palanca y la pared se movería, de forma que pudiera entrar. Una vez dentro, solo tendría que coger una llave de un cofre y salir por una puerta cerrada, abriéndola con dicha llave. Además, también había gemas como recompensa. Decius trató de detenernos un poco, pero yo quería emociones fuertes...
Luego, me di cuenta de mi error. Al pulsar la palanca, vi a 4... no, 5 cíclopes corriendo hacia mí. No sobreviviría, estaba seguro. Corrí a por la llave intentando esquivarles, pero me equivoqué de cofre y encontré las gemas... Me acorralaron, conseguí acabar con uno de ellos pero me aplastaron como a una mosca. Sí, morí... pero bueno, al menos Decius también.

Sin embargo, me había divertido. Ahora solo debía recuperar todo mi potencial perdido con los clásicos Rotworms... estuve entrenando un rato y volví a aburrirme de ellos. Volví de nuevo al Depot. Creo que había superado mi anterior forma física. Entonces, vi a aquel viejo druida, que me llevó a por mi segunda vara... simplemente, me miró y asintió. Supe a que se refería... estaba listo. Cogí todo mi oro junto, y fui a ver a Xodet, el propietario de la tienda de objetos mágicos. Efectivamente, tenía una nueva Wand para mí, la Wand of Decay... la verdad, parecía una vara muy asquerosa, estaba medio rota... Pero al probarla, compensó con creces. Su daño era relativamente grande, en comparación la Wand of Dragonbreath... sin embargo, esta me costaba más maná, lo notaba... Bueno, al menos tal vez la vara nueva me daría el incentivo que necesitaba.

¿Creeis que estoy loco porque no me importara morir? Vosotros no lo entendéis... Fue una experiencia agradable que se podría añadir a mis muchas futuras leyendas. Pero aquí no acaban mis aventuras...

martes, 13 de julio de 2010

Aprendizaje de runear

Estaba cazando Rotworms, algo ya habitual para mí. Dejé por un momento a los pesados de los gusanos, necsesitaba emociones más fuertes. De repente, se me vino a la cabeza la idea de entrenar contra cíclopes, arriesgado pero eficaz. Al llegar, me encontré a otra persona, pero la ignoré y me adentré un poco, algo que más tarde lamentaría. Fue al avanzar por la sala de los grandes cíclopes cuando, sorprendido, me vi corriendo hacia la salida con tres cíclopes detras. Sin embargo, el tipo de antes bloqueó mi salida.

-¡APARTA!

Estaba siendo apaleado por los cíclopes... Allí fue donde morí una tercera vez. Durante un rato, no sentía nada, pero, aunque parezca extraño, notaba el paso del tiempo... Una brisa me rodeó, llegaba el momento de resucitar. Abrí los ojos y, agradecido con el monje del templo, me comuniqué con la persona que me había dejado morir telepáticamente.

-TÚ, SUCIA RATA.
-Lo siento, no quería hacerlo.
-¿Debería creerte?
-De verdad, solo quería atraer la atención del cíclope hacia mí.
-Dame mi oro.
-Lo siento, pero si has muerto no es mi culpa...
-Serás denunciado ante la guardia real, deberías saber que bloquear la salida de alguien cuando le atacan esta prohibido y...
-Espera -Me interrumpió, te daré tu oro, pero porfavor... soy nuevo en estas tierras.
-Hmpf... está bien.

Fui al depot. Recuperé mi dinero, al menos no había mentido. Además, me dio una runa Ultimate Healing. En cuanto tuve todo en mis manos, lo dencuncié ante la guardia. Ese maldito druida merecía un castigo. No obstante, me había dado una idea al regalarme esa UH. ¿Y si yo creara mis propias runas? Hablando con el dueño de la tienda de hechizos, me documenté un poco. Me vendió dos hechizos para crear runas, unas de fuego y otras de simplemente ataque. Luego fui a ver al tendero de objetos mágicos, que me vendió 10 runas blancas y me explicó el proceso de creación. Las runas absorbían tu maná y parte de tu alma cuando las creabas, pero luego podías soltar su fuerza sin usar maná. A partir de las 10 runas blancas cree 100 runas de ataque, con las que volví a vengarme de los cíclopes.

Maté a muchos cíclopes, entonces apareció Decius. Decius me hizo el mismo trato que el otro día. Quería recuperar toda mi experiencia perdida, así que acepté directamente, y entrenamos durante casi 1 día. Las 100 runas, Light Magic Missile, me duraron tanto como esperaba, y combinadas con la vara, eran realmente útiles. Viendo la cantidad de dinero que llevaba encima, decidí volver a Thais a dejarlo todo.

Otro día duro. Y es que morir es realmente molesto, no se si me entendéis. Definitivamente, voy a intentar hacer runas más a menudo, y tendré mas cuidado con los desconocidos...

lunes, 12 de julio de 2010

Nuevos poderes

Ya llevo, aproximadamente, tres semanas en Thais. El caminar por sus calles ya me parece algo completamente normal, y empiezo a sentirme en casa al llegar. De hecho, creo que me relaciono mejor con la gente... ¿Que a qué me refiero...?

Llevaba una racha estupenda de Rotworms, el dinero me entraba a espuertas. Además, los golpes cada vez me molestaban menos, y el dolor se veía reducido... Decidí salir un rato de la cueva, y me dirigí a Thais. Los trolls ya no representaban la más mínima amenaza para mi... Al llegar al Depot, observé mi vara, la Wand of Vortex... me pregunté si, a estas alturas, no podría con algo mejor... Un viejo druida que había estado observándome se dirigió a mi.

-Deja esa vara, y sígueme. Tú ya estás preparado... -Dijo.
-¿Preparado para qué? -Pregunte inquieto.
- Tú sigueme, y trae mil monedas de oro. Hazme caso, chico. -Y tras decir esto, echó a andar.

Cogí el dinero y fui tras él, al fin y al cabo ¿Qué es lo peor que podría pasar? Entonces apareció un dragón y me mató. Que no, es broma. Me llevó a una tienda peculiar, la magia se notaba en el aire... era tan densa, que creo que hubiera podido cortarla con un cuchillo. El druida fue hacia mostrador.

-Hola... -Me señaló, y el dependiente asintió.

El druida abandonó la tienda sin decir nada más. El dependiente me examinó con la mirada...

-Ya veo. Aún usas una Wand of Vortex. -Dijo con un tono seguro.
- ¿Cómo sabes eso...?
-Lo veo en ti. Veo en tus ojos las ganas de poder. Serás un gran hechicero... pero no avanzarás nada sisigues con ese bastón de pacotilla. Casualmente, aún me queda una Wand of Dragonbreath. Te veo preparado para usarla, de verdad. Cuestan 1000 monedas de oro.
-Bien, esto... tenga.
-Tú eres y serás de los buenos, chico. ¿Cómo te llamas?
-Soy Thor Makin, pero pronto oirás mi nombre en la calle.
-Bien, tienes espíritu. Oye, no es que desconfíe, pero a menudo pasa que la gente muere. Si perdieras tu nuevo bastón, usa una Wand of Vortex. Ten, otra de regalo.
-Vaya, gracias...

Salí de la tienda con mi nuevo bastón... era rojo, con la cabeza de un dragón joven en el extremo. Bajé a las alcantarillas y le ataqué a una rata. Los ojos del dragón brillaron, y su boca se abrió. Una bola de fuego salió disparada, acabando con la rata directamente.

No podía esperar a probarlo contra Rotworms... incluso, tal vez, me atrevería a probarlo contra un cíclope. LLegué al ancien temple, hogar de los Rotworms. Recorrí la mazmorra entera acabando con ellos a diestro y siniestro, hasta llegar a la sala de los cíclopes. Me dirigí con una suma cautela hacia uno de ellos... en cuanto me vio, empecé a huir a la vez que disparaba bolas de fuego. Parecía resistirlas bastante bien. Un golpe del cíclope me hirió bastante, pero un EXURA recuperó mi herida y sané. AL final, el cíclope calló rendido ante el poder de la Wand of Dragonbreath. Continué luchando contra ellos, siempre con sus riesgos, pero...
¡DECIUS APARECIÓ!
Pese a que me puse delante suya, me apartó de un empujón. Me dijo que no tenía tiempo para discutir, que necesitaba dinero, y rápido. Entonces, se quedó mirándome...

-Te ofrezco un trato -Dijó.
-¿¡Un trato contigo, Decius?!
-Tranquilo, Makin. ¿Qué te parece si tú practicas tu magia contra los cíclopes, mientras yo los paro con mi escudo y mi resistente armadura?
-Y a cambio te quedas el dinero... entendido.

No es que me gustara tratar con Decius, pero necesitaba probar mejor la vara. Me pareció increíble como aguantaba los golpes, pero claro, solo se centraba en la defensa, por lo que apenas podía atacar. No obstante, avancé mucho luchando contra los cíclopes. Después de irse, continué yo. Uno de los cíclopes que maté solo contenía una halabarda (se la habría tragado...). La cogí, y la guardé en mi mochila. Viendo que ya tenía un montón de oro, pensé que la mejor opción sería volver a Thais. Al pasar por la tienda de armas, le pregunté a Sam si quería comprar mi halabarda. Ofreció 400 monedas de oro, lo que me pareció un trato justo. Así, volví al Depot a descansar de otra semana muy agotadora.

Hoy me he sentido incluso agusto trabajando con Decius, pero... que no se te olvide que mis ansias por acabar contigo son incluso mayores. ¿Quién sabe que nuevos poderes ganaré en el futuro? Estate preparado...

viernes, 9 de julio de 2010

Un poco de práctica...

Conocí a un tipo, Heedingthecall Oneandforall, que me comentó algunas cosas sobre este mundo. Parece ser que los llamados Botters, venden su alma a las máquinas y se dejan esclavizar a cambio de una práctica que ellos mismos no hacen. Me contó que su pena era... la de muerte, y no una muerte como otra cualquiera, si no una definitiva. Cuando terminó, el mismo empezó a botear. De momento, creo que no le reportaré, pues esa fue una valiosa información. Fui a mi cueva de todos los días, con Rotworms, Carrion Worms... De repente, apareció un caballero seguido de dos cíclopes. El caballero corrió todo lo que puedo y subió unas escaleras, y los cíclopes, ante la imposibilidad de subir, se giraron hacia mí. Conseguí esquivar un ataque rodando, y bloquee el otro con mi Dark shield, obtenido en una pequeña alianza que hice con Solum Decius, mi mayor rival. Huí hasta subir unas escaleras. Me encontré en todo un laberinto lleno de trolls... acabé con ellos sin ninguna dificultad. No obstante, un pozo allí presente, en medio de una sala vacía, llamó mi atencion. Tiré una piedra. Calculé una distancia de, apenas, diez metros. Descendí usando mi cuerda, y al bajar encontré a un amenazador escorpión que protegía dos cofres. Había oído hablar de ellos... dicen que su picadura puede infligirte un veneno que llega a ser mortal. El escorpión hizo un ruido... de escorpión, y se lanzó hacia mí con su cola por delante. Me moví de un salto hacia mi izquierda, y le lancé una descarga con mi vara. Eso logró detenerlo lo suficiente como para poder abrir uno de los cofres, que contenía una armadura. Cuando me disponía a abrir el otro, apareció el escorpión recuperado. Sabía que no podría vencerle con una armadura tan pesada, así que traté de huir. De nuevo intentó picarme, pero le bloquee. Con mi cuerda, y la práctica que había cogido con ella, logré salir de ese humedo agujero, pero con una nueva y radiante armadura. Me deshice de la capa que llevaba y me probé la armadura. Me quedaba bien... Salí exhausto de la cueva. Tras descansar, se me ocurrió que estaba preparado para adquirir un nuevo hechizo. Me dirigí a la tienda de hechicería, donde efectivamente, pude hacerme con un nuevo hechizo de curación, una versión avanzada del EXURA... "EXURA GRAN". Pese a que me costó la friolera de 350 monedas de oro, aún tenía otras 300.
Sin embargo, las deposité en un banco de dinero, pues me contaron que tenía más ventajas que el Depot...

Y así concluye mi aventura de hoy con los cíclopes, el escorpión y mientras avanzo, no dejo de pensar... ¿Qué estará haciendo ahora ese Decius...? No importa, sus artes de combate nunca lograrán equiparse a mi poder de destrucción mágico, jejeje...



Escorpión. Parecen pequeños pero no es así, de veras...

Mis primeros pasos por Thais

Tras aumentar aún mas mis poderes mágicos, decidí que tal vez era hora de prácticar de nuevo con enemigos reales. Me dirigí a una cueva que tenía su entrada al norte, y acabé con unos cuantos gusanos que salían de la tierra, Rotworms. Exploré un poco más la cueva. Allí encontré un pasillo con esqueletos, y luego una sala con unos... mocos, Slimes, que pese a que parecen inofensivos, son mucho mas poderosos que los propios esqueletos guerreros... incluso he oído que pueden dañarte más que un cíclope. Conseguí acabar con uno de ellos, descubrí que tenían la capacidad de multiplicarse, pero al matar al real, todas sus copias también. Continué por la cueva hasta una sala llena de Rotworms y unos enemigos aún peores, más grandes que ellos... Carrion Worms. Estuve matando para practicar durante dos días... ¿O fueron tres? Sucedió algo que me hizo perder la cuenta. Mientras entrenaba felizmente, un grupo de Rotworms furiosos decidieron que sería su comida ese día... y así fue. Rodeado, incapaz de moverme porque tenía Rotworms y Carrion Worms a diestro y siniestro, caí en la cueva. No obstante, la muerte aquí parece no existir para los aventureros como yo. La magia del monje del templo de Thais me llevó hasta él, salvándome de una desastrosa muerte. Me prometí tener más cuidado a partir de entonces. Me estuve un día entero aumentando mis poderes perdidos, pues la verdad, salvarme de la muerte tiene un precio... Algunos objetos se me caen al teletransportarme, y mis poderes vuelven atrás... Luego, otros dos días estuve asesinando Rotworms con desprecio. Les había cogido mucho odio...
Encontré a un montón de gente que acababa con los Rotworms que yo estaba matando, y se movían sin parar, como poseídos por una máquina... Además, encontré a un caballero que para entrenar sus habilidades intentaba centrarse en la defensa y herir poco a los Rotworms. Esto me recordó a Solum Decius, un amigo de Rookgard, que me comentó que se haría caballero. Y así lo hizo, pues al volver al banco de objetos (A partir de ahora, depot) me encontré con un caballero sumamente parecido a él. Parecía estar en plena forma... y eso me molestaba. Yo, y solo yo, debía ser el mejor tibiano. Pese a esto, me caía bien. Intentamos hacer un duelo, pero un guardia nos descubrió y nos obligó a parar. Trás un rato, me despedí de él y me dispuse a entrenar un rato más. Tras un entrenamiento de Rotworms de dos días y dos noches, volví a Thais a descansar...

Hoy ha sido un día duro, he visto a la muerte a la cara y he sobrevivido... Espero que, con el tiempo, mis poderes mejoren lo suficiente como para no volver a necesitar a un monje.


El depot de la gran ciudad, Thais
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jueves, 8 de julio de 2010

La llegada

Hoy desperté en un barco. Era extraño, pero tenía la mente en blanco. De repente, la voz de unos guardias me alertó de que debía bajar. Empezé a recordar como había sido arrastrado hasta aquí por ellos. Iba a ser un aventurero, y la verdad, pese a que al principio me sentía obligado, cada vez esperaba mi primera matanza con más afán. Desembarqué en una isla con un camino. Inseguro, decidí avanzar, y me encontré con un hombre vestido con unas mallas y una coleta. Parece que el se encargaría de mi adiestramiento de momento, así que me mandó a coger algo de ropa, un garrote y como primera misión para mí, tuve que acabar con 3 cucarachas en su sotano. Al principió se me escapaban, pero cogí práctica con el garrote y acabé con ellas. Hablé con ese hombre, ahora me sentía mas fuerte. Al continuar por el camino, encontré a una mujer que tenía un problema. Necesitaba madera urgentemente. Usando mi astucia, encontré un árbol sin hojas y arranqué un par de ramas. La mujer, agradecida, me dio una pala. Seguí hacia al este hasta encontrar un agujero tapado por rocas, las cuales aparté con mi nueva pala. Al bajar, encontré un cofre con una cuerda dentro... Me llevó unos minutos, pero al fin conseguí dominar la cuerda para volver a la superficie. Llegué hasta el final de mi adiestramiento cuando un hombre me comentó que debía cambiar un poco mi estilo de ropa. Además, antes de partir, le hice el favor de venderle un trozo de carne, pues estaba hambriento.

Pasé un puente al norte y llegué a una isla que reconocí como Rookgard, pues los guardias me habían hablado de ella. Se me ocurrió que un buen modo de practicar antes de salir a matar cosas más difíciles sería practicar con las ratas de las alcantarillas. Tras un día de intenso entrenamiento desde mi llegada, y con un pequeño estoque que encontré en las alcantarillas, me decidí a salir un poco más. La primera amenaza que encontré por los alrededores fue una serpiente. Por suerte, acabé con ella antes de que me mordiera. Luego, encontré unas arañas del tamaño de un gato, que no fueron un gran desafío. Explorando, encontré un pantano. Allí, en un extraño edificio de 3 plantas, me atacaron unos trolls. Evitándolos logré encontrar un casco de cuerdo, unas botas y un escudo de madera. Vagando un poco, me atacó un lobo. Me hirió, pero logré derrotarle siguiendole hasta un agujero tapado por rocas, igual que el de la isla. Lo abrí con mi pala, y cuando bajé encontre una gran horda de bichos del tamaño de las arañas, que si bien eran una buena práctica, no eran tan fuertes como los lobos.

Llevaba una semana de entrenamiento desde que desembarqué. Los bichos me servieron de ayuda, pero creo que ya estaba listo para salir a ver más mundo. Un monje comentó que debería ver al oráculo, quien decidiría si estaba listo. Subí las escaleras nervioso, pero solo encontré una estatua. Me di la vuelta, y cuando me disponía a marchar, una voz rígida y grave salió de la estatua... "¡ALTO!" Me giré de nuevo hacia ella. Juraría que ahora me miraba, con una mirada impasible. De nuevo, volvió ha hablar.
- HE DECIDIDO QUE ESTÁS PREPARADO PERO... ¿ESTÁS LISTO PARA AFRONTAR TU DESTINO?

Tenía miedo, respondí con una voz temblorosa:

-Sí...
- NECESITO MÁS SEGURIDAD. ¡¿AFRONTARÁS TU DESTINO?!

Esta vez, con más seguridad, grité.

-¡SÍ!

De repente, una brisa me envolvio y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, me encontré en otra isla. Avancé sin temor, con mi estoque en mano, hasta llegar a un lugar en el que había 4 edificios, cada uno más característico. Parece ser que, si quería continuar con esto, debería llevar un estilo de lucha distinto. Tras informarme bien de todo, noté la llamada del poder en la hechicería. Las explosiones, la magia fluyendo... Tenía claro que eso era lo mío. Así pues, le dije al oficial hechicero que quería serlo, y otorgandome el poder de hacer luz con mi primer hechizo, "UTEVO LUX", bajé al sotano de su edificio. Conseguí un equipamiento bastante decente en unos cofres. Un sombrero de mago, una capa... ¡Hasta mi propia vara! También descubrí la utilidad que tenía un libro de hechizos como escudo. Bajé y me encontré con unas araña. La primera vez que usé la vara, noté como con cada rayo lanzado ésta se llevaba algo de mi... Mi oficial de hechicería, Sorcerer Estrella, lo llamó "maná". Parece que el maná es una parte de ti, que solo podrá regenarse cuando estes descansado y sin hambre. Además, hay otras formas de regenerarlo, como beber una poción de maná, que lo recupera instantáneamente. Continué explorando el sótano y encontré un esqueleto. Acabe sin problemas alejándome de él y atacando con mi vara. Descendí un nivel más. Estaba oscuro como la boca de un lobo, pero con la ayuda de "UTEVO LUX" conseguí orientarme. Encontré a muchos esqueletos, pero había más... otro nivel hacia abajo. Bajé y me encontré con un nuevo tipo de esqueletos... Llevaban armadura y unas mazas que asustaban, pero mientras no lograran alcanzarme, estaba bien. Durante un momento, 4 de ellos me acorralaron y, si no hubiera sido por el poder de Sorcerer Estrella, hubiera muerto. No obstante, mi mochila, mis provisiones y mi vara quedaron allí. Volví a bajar y, con sumo cuidado, llegué hasta el lugar donde los había perdido, y seguido de una horda de esqueletos, escapé por los pelos subiendo unas escaleras... Más esqueletos, pero de los normalitos. Acabé con ellos, empecé a sentirme un mago... Además, ahora me parecía que el maná me duraba más. Una voz en mi cabeza me mandó salir de la cueva, pero desobedecí, tenía la adrenalina por las nubes. Trás un día de entrenamiento entero, me lleno de nuevo una extraña sensación, una brisa que me hizo cerrar los ojos... y al abrirlos me encontré en la isla. Bien, estaba listo para partir. El capitán de un barco me preguntó a donde quería ir. Los guardias ya me habían hablado de las distintas ciudades, por lo escuchado, creí que Thais sería la mas adecuada para mí.

Al llegar, me encontré con una ciudad mucho más grande que Rookgard. Un guardia encargado de recibir a los recien llegados, me recomendó comprar nuevos hechizos en la tienda de hechicería, al suroeste de Thais. Al pagarle a aquel hechicero por el único hechizo que podía aprender en ese momento, las palabras mágicas se grabaron en mi libro. Era el hechizo "EXURA", de curación. Definitivamente, quería probarlo. Pasé dos días matando a un tipo de gusanos muy extraños en una cueva del norte. Para prácticar mis habilidades mágicas, también estuve lanzando hechizos durante dos días, tan solo comiendo y descansado el resto del tiempo. Creo que esta vida es genial.
¿Cuántas aventuras me quedan por vivir...?


FIN DE LA PRIMERA PARTE