Pasé un puente al norte y llegué a una isla que reconocí como Rookgard, pues los guardias me habían hablado de ella. Se me ocurrió que un buen modo de practicar antes de salir a matar cosas más difíciles sería practicar con las ratas de las alcantarillas. Tras un día de intenso entrenamiento desde mi llegada, y con un pequeño estoque que encontré en las alcantarillas, me decidí a salir un poco más. La primera amenaza que encontré por los alrededores fue una serpiente. Por suerte, acabé con ella antes de que me mordiera. Luego, encontré unas arañas del tamaño de un gato, que no fueron un gran desafío. Explorando, encontré un pantano. Allí, en un extraño edificio de 3 plantas, me atacaron unos trolls. Evitándolos logré encontrar un casco de cuerdo, unas botas y un escudo de madera. Vagando un poco, me atacó un lobo. Me hirió, pero logré derrotarle siguiendole hasta un agujero tapado por rocas, igual que el de la isla. Lo abrí con mi pala, y cuando bajé encontre una gran horda de bichos del tamaño de las arañas, que si bien eran una buena práctica, no eran tan fuertes como los lobos.
Llevaba una semana de entrenamiento desde que desembarqué. Los bichos me servieron de ayuda, pero creo que ya estaba listo para salir a ver más mundo. Un monje comentó que debería ver al oráculo, quien decidiría si estaba listo. Subí las escaleras nervioso, pero solo encontré una estatua. Me di la vuelta, y cuando me disponía a marchar, una voz rígida y grave salió de la estatua... "¡ALTO!" Me giré de nuevo hacia ella. Juraría que ahora me miraba, con una mirada impasible. De nuevo, volvió ha hablar.
- HE DECIDIDO QUE ESTÁS PREPARADO PERO... ¿ESTÁS LISTO PARA AFRONTAR TU DESTINO?
Tenía miedo, respondí con una voz temblorosa:
-Sí...
- NECESITO MÁS SEGURIDAD. ¡¿AFRONTARÁS TU DESTINO?!
Esta vez, con más seguridad, grité.
-¡SÍ!
De repente, una brisa me envolvio y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, me encontré en otra isla. Avancé sin temor, con mi estoque en mano, hasta llegar a un lugar en el que había 4 edificios, cada uno más característico. Parece ser que, si quería continuar con esto, debería llevar un estilo de lucha distinto. Tras informarme bien de todo, noté la llamada del poder en la hechicería. Las explosiones, la magia fluyendo... Tenía claro que eso era lo mío. Así pues, le dije al oficial hechicero que quería serlo, y otorgandome el poder de hacer luz con mi primer hechizo, "UTEVO LUX", bajé al sotano de su edificio. Conseguí un equipamiento bastante decente en unos cofres. Un sombrero de mago, una capa... ¡Hasta mi propia vara! También descubrí la utilidad que tenía un libro de hechizos como escudo. Bajé y me encontré con unas araña. La primera vez que usé la vara, noté como con cada rayo lanzado ésta se llevaba algo de mi... Mi oficial de hechicería, Sorcerer Estrella, lo llamó "maná". Parece que el maná es una parte de ti, que solo podrá regenarse cuando estes descansado y sin hambre. Además, hay otras formas de regenerarlo, como beber una poción de maná, que lo recupera instantáneamente. Continué explorando el sótano y encontré un esqueleto. Acabe sin problemas alejándome de él y atacando con mi vara. Descendí un nivel más. Estaba oscuro como la boca de un lobo, pero con la ayuda de "UTEVO LUX" conseguí orientarme. Encontré a muchos esqueletos, pero había más... otro nivel hacia abajo. Bajé y me encontré con un nuevo tipo de esqueletos... Llevaban armadura y unas mazas que asustaban, pero mientras no lograran alcanzarme, estaba bien. Durante un momento, 4 de ellos me acorralaron y, si no hubiera sido por el poder de Sorcerer Estrella, hubiera muerto. No obstante, mi mochila, mis provisiones y mi vara quedaron allí. Volví a bajar y, con sumo cuidado, llegué hasta el lugar donde los había perdido, y seguido de una horda de esqueletos, escapé por los pelos subiendo unas escaleras... Más esqueletos, pero de los normalitos. Acabé con ellos, empecé a sentirme un mago... Además, ahora me parecía que el maná me duraba más. Una voz en mi cabeza me mandó salir de la cueva, pero desobedecí, tenía la adrenalina por las nubes. Trás un día de entrenamiento entero, me lleno de nuevo una extraña sensación, una brisa que me hizo cerrar los ojos... y al abrirlos me encontré en la isla. Bien, estaba listo para partir. El capitán de un barco me preguntó a donde quería ir. Los guardias ya me habían hablado de las distintas ciudades, por lo escuchado, creí que Thais sería la mas adecuada para mí.
Al llegar, me encontré con una ciudad mucho más grande que Rookgard. Un guardia encargado de recibir a los recien llegados, me recomendó comprar nuevos hechizos en la tienda de hechicería, al suroeste de Thais. Al pagarle a aquel hechicero por el único hechizo que podía aprender en ese momento, las palabras mágicas se grabaron en mi libro. Era el hechizo "EXURA", de curación. Definitivamente, quería probarlo. Pasé dos días matando a un tipo de gusanos muy extraños en una cueva del norte. Para prácticar mis habilidades mágicas, también estuve lanzando hechizos durante dos días, tan solo comiendo y descansado el resto del tiempo. Creo que esta vida es genial.
¿Cuántas aventuras me quedan por vivir...?
FIN DE LA PRIMERA PARTE
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