Tras aumentar aún mas mis poderes mágicos, decidí que tal vez era hora de prácticar de nuevo con enemigos reales. Me dirigí a una cueva que tenía su entrada al norte, y acabé con unos cuantos gusanos que salían de la tierra, Rotworms. Exploré un poco más la cueva. Allí encontré un pasillo con esqueletos, y luego una sala con unos... mocos, Slimes, que pese a que parecen inofensivos, son mucho mas poderosos que los propios esqueletos guerreros... incluso he oído que pueden dañarte más que un cíclope. Conseguí acabar con uno de ellos, descubrí que tenían la capacidad de multiplicarse, pero al matar al real, todas sus copias también. Continué por la cueva hasta una sala llena de Rotworms y unos enemigos aún peores, más grandes que ellos... Carrion Worms. Estuve matando para practicar durante dos días... ¿O fueron tres? Sucedió algo que me hizo perder la cuenta. Mientras entrenaba felizmente, un grupo de Rotworms furiosos decidieron que sería su comida ese día... y así fue. Rodeado, incapaz de moverme porque tenía Rotworms y Carrion Worms a diestro y siniestro, caí en la cueva. No obstante, la muerte aquí parece no existir para los aventureros como yo. La magia del monje del templo de Thais me llevó hasta él, salvándome de una desastrosa muerte. Me prometí tener más cuidado a partir de entonces. Me estuve un día entero aumentando mis poderes perdidos, pues la verdad, salvarme de la muerte tiene un precio... Algunos objetos se me caen al teletransportarme, y mis poderes vuelven atrás... Luego, otros dos días estuve asesinando Rotworms con desprecio. Les había cogido mucho odio...
Encontré a un montón de gente que acababa con los Rotworms que yo estaba matando, y se movían sin parar, como poseídos por una máquina... Además, encontré a un caballero que para entrenar sus habilidades intentaba centrarse en la defensa y herir poco a los Rotworms. Esto me recordó a Solum Decius, un amigo de Rookgard, que me comentó que se haría caballero. Y así lo hizo, pues al volver al banco de objetos (A partir de ahora, depot) me encontré con un caballero sumamente parecido a él. Parecía estar en plena forma... y eso me molestaba. Yo, y solo yo, debía ser el mejor tibiano. Pese a esto, me caía bien. Intentamos hacer un duelo, pero un guardia nos descubrió y nos obligó a parar. Trás un rato, me despedí de él y me dispuse a entrenar un rato más. Tras un entrenamiento de Rotworms de dos días y dos noches, volví a Thais a descansar...
Hoy ha sido un día duro, he visto a la muerte a la cara y he sobrevivido... Espero que, con el tiempo, mis poderes mejoren lo suficiente como para no volver a necesitar a un monje.
El depot de la gran ciudad, Thais
Carta a Thor Makin: Makin, no pienses que por que ese entrometido guardia nos descubriera esto se detendra...¡Demostrare que mi fuerza es superior a tu magia!
ResponderEliminar¿De verdad, Decius, eso crees? Tuviste suerte de que el guardia nos parara. Sino hubiera sido así, hubieras caído humillado ante toda la ciudad.
ResponderEliminarRecuerda, Decius, solo hay sitio para uno de los dos en Tibia.
frikis... xDD
ResponderEliminar